Descripción

Este cuadro forma parte del trabajo de decoración pictórica que elaboró García de Bouzas para la capilla de Nuestra Señora del Pilar. Fue un proyecto impulsado por el arzobispo Fray Antonio de Monroy —gran promotor de la devoción a la Virgen del Pilar—, y dirigido por Fernando de Casas. Entre toda su labor, por la que percibió 27.000 reales, el pintor concibió este cuadro para encabezar el ático del retablo diseñado por Fernando de Casas y ejecutado por Miguel de Romay en 1721.

Se representa la aparición de la Virgen a Santiago y a sus discípulos a orillas del Ebro, siguiendo la variante iconográfica que sitúa a la Madre de Dios sentada sobre un trono de nubes y no sobre un pilar, rodeada por un grupo de ángeles que tañen sus instrumentos celebrando a su alrededor. Dos de ellos sostienen la columna y una imagen de la Virgen con el Niño; réplica de la que se encuentra en la basílica del Pilar de Zaragoza. En primer plano, el Apóstol ataviado de peregrino, con esclavina y bordón, aparece acompañado por ocho hombres a los que habría convertido en sus discípulos durante su estancia en Hispania.

La composición, plenamente barroca, está marcada por un notable impulso vertical. La escena se divide en un plano terrenal, donde predominan los tonos fríos y una iluminación que acusa la tridimensionalidad de las figuras en el entorno; y el plano celestial, con una iluminación dorada que genera un espacio simbólico.