Descripción

Tradicionalmente atribuido a Juan Antonio García de Bouzas, junto a su pareja, en la que se representa la Conversión de San Pablo, sus características estilísticas, ligadas indiscutiblemente con la escuela flamenca, llevan a relacionar estas piezas con el taller de Frans Francken el Joven, de quien, como ha señalado Monterroso, se han localizado piezas similares en los fondos de la Fundación Getty y en otras colecciones particulares.

Ambas piezas ocupan los laterales de la hornacina que acoge, en el altar de la Sala Capitular, la imagen de Santiago Peregrino de José Gambino, realizada por encargo del Cabildo en 1754.

Los dos cuadros son buenos ejemplos significativos de la difusión, durante los siglos XVII y XVIII, de cobres flamencos producidos en serie y comercializados por toda Europa. Y aunque, pese a su ubicación enfrentada, no dialogan entre sí, podemos distinguir en ellos ciertas semejanzas compositivas.

Representa el momento en el que Cristo es apresado, tras ser condenado por Pilato, y trasladado al lugar de sacrificio empujado por el pueblo judío. La disposición de personajes en el espacio crea una composición dinámica que hace avanzar la mirada desde el margen derecho, con un grupo de mujeres que se lamenta, hasta llegar a Cristo, que mira hacia el espectador para hacerle partícipe de su sufrimiento. A continuación, la atención se dirige al fondo, donde vemos una ciudad amurallada con tejados escalonados que remite a los Países Bajos. Este dinamismo contrasta con la verticalidad de la escena de la izquierda, donde se encuentran Pilato y sus acompañantes. Su autor ha sabido generar tridimensionalidad gracias a la composición de la escena y a la perspectiva atmosférica.