Descripción

Se trata de una obra encargada por el Cabildo para la sacristía de la catedral compostelana, junto con la imagen de San Pedro que todavía se conserva en el fondo pictórico pendiente de restauración.

La composición tiene como eje central el martirio del apóstol, que actúa como punto de referencia para distribuir el resto de las figuras y dirigir la iluminación cenital, que emana desde la figura de un ángel que desciende para coronar a san Andrés. A la izquierda, se dispone una grada sobre la que se sienta el personaje que habría condenado al santo a su martirio.

En el conjunto de figuras destacan los escorzos, las posturas dinámicas, sus expresiones y los brillos metálicos en las armaduras; todo esto dispuesto sobre un paisaje urbano nuboso, característico del pintor. Contrasta, por otra parte, el claroscuro entre los personajes del primer término y el rompimiento de cielo.

La obra demuestra la influencia de un cuadro de Murillo de la misma temática, conservado en el Museo del Prado. Dicho lienzo, inspirado en Rubens, sirvió también de modelo para Luca Giordano, quien fue maestro de García de Bouzas.