Al mismo tiempo que está realizando la reforma del retablo mayor de la iglesia, José Gambino se encarga de realizar el retablo de Santa Catalina.
Anteriormente existía un retablo del año 1611 y se decide sustituirlo en 1763. La imagen de
Santa Catalina se contrata al año siguiente y es obra de José Gambino. La estructura del propio
retablo sigue los cánones del barroco italiano en donde la propia organización en calles
predomina sobre lo ornamental. Destaca la policromía predominantemente marmorea y de
tonos dorados, aunque se acusa una depuración decorativa en contraposición con los retablos de
Fernando de Casas.