
.En este ámbito se muestra una miscelánea de tallas de diferentes procedencias y épocas. En el centro, contemplamos una majestad románica del siglo XII, que tiene su origen en las tallas bizantinas. Se trata de una imagen de Cristo que ganó difusión en Italia en los siglos X y XI, desde donde llega a España, extendiéndose por la Corona de Aragón en un corto espacio de tiempo.
La imagen representa a Cristo vivo, sin señales de sufrimiento. Es un Cristo que observa desde la cruz en actitud protectora, vestido con una túnica que le llega hasta los pies, que están desnudos. El Cristo aquí representado mira de frente, con semblante sereno, y algunos restos de policromía nos informan de que en su decoración original se utilizó el color rojo. La imagen esta tallada en madera de chopo. Por sus
dimensiones y época pertenece al ámbito de la talla conocida como Cristo del Cid o Cristo de las Batallas, y forma parte de la escasísima tipología de cristos de oratorio de estas dimensiones.
A su izquierda se encuentra una lipsanoteca (relicario), también del siglo XII. A la derecha, una talla de los siglos XV-XVI de Santiago peregrino, en una tipología poco habitual: porta en su mano diestra el libro sagrado y su mano izquierda está en posición de bendecir, hecho este último que recuerda al Santiago peregrino de Santa Marta de Tera, también “bendiciendo” con la izquierda. Podría interpretarse que esa mano sujeta el bordón a la manera del Santiago peregrino de la iglesia de Puente la Reina, pero no se observa en la talla que esté inclinada hacia adelante; además, el bordón sujeto de esta forma es poco común ―si bien es cierto que ambas versiones son poco habituales―. Por último, el sombrero está sujeto por un cordón bien visible, a la manera de las dignidades eclesiásticas del siglo XV.
A su lado, la imagen del “Santo Niño de Atocha” de la ciudad de Plateros, en Perú, lugar donde se encontraba una famosa mina de plata. El niño, entronizado, lleva en una mano un cestillo y en la otra un bordón. Está vestido de peregrino, según reza la tradición, por la misión que cumplió de acudir todas las noches a alimentar a cautivos sin hijos menores que lo pudieran hacer, pues eran ellos los únicos admitidos en la prisión para tal fin. La imagen, de marcado carácter colonial, es de principios del XIX, una de las más antiguas que, por distintos avatares, ha llegado hasta nosotros.
A la izquierda, una talla hispanofilipina del siglo XVIII que representa a la Virgen del Carmen con Niño en estofado de oro y marfil, con sendas coronas de plata y escapularios.
La época de apogeo de los marfiles hispanofilipinos tuvo lugar en los siglos XVII y XVIII. Se trata de obras elaboradas por artesanos chinos, los sangley, que van tornando en sus producciones los rasgos orientales por occidentales. Así, las piezas más antiguas muestran un marcado carácter orientalizante, sobre todo, en ojos y fisonomía de la cara